Identidad visual: seis pasos para darle a tu marca el estilo gráfico que se merece

Sabemos que tu marca tiene unas características; porque seguro que, sin ir más lejos, has impregnado tu empresa de tus valores. «Mi entidad no es como esta o aquella; no es ni mejor, ni peor, es diferente. Aporta algo que no tiene nadie». O, al menos, todo esto es lo que le cuentas a tus conocidos y clientes; pero, ¿realmente la identidad visual de tu marca expresa y comunica con éxito su propia idiosincrasia?

Uno de los principales pasos para crear una estrategia de comunicación verdaderamente diferencial es establecer una identidad de visual de marca que incluya en su diseño, de una forma u otra, sus valores y características. Esto, que es parte fundamental de lo que se denomina como branding –el proceso de construcción de nuestra marca, desde los aspectos más tangibles hasta lo puramente emocional-, es cada vez más importante si queremos que nuestra empresa se amolde a los tiempos que vivimos.

Hoy, con Internet y las redes como canales de comunicación predominantes y con lo visual como omnipresente carta de presentación, es importante cuidarlo más que nunca.

Pregúntate cuál es el elemento diferencial de tu empresa

Antes de nada, es muy importante saber quiénes somos como empresa. ¿Cómo la percibe la gente?, pero sobre todo, ¿Cómo nos gustaría que la gente la percibiera? ¿Qué emociones nos gustaría que nuestra compañía suscitara? Es el momento de acordarse de aquellos momentos en los que la empresa nació; cuando teníamos más claros que nunca cuáles eran nuestros objetivos.

Público objetivo

¿Quiénes son nuestros clientes tipo? ¿Tienen una edad concreta? ¿Son de un género u otro? ¿Origen? ¿Estudios?

Responder a todas estas preguntas es elemental para cualquier ejercicio relacionado con el branding, también, claro, para definir la identidad visual de nuestra marca. S

Seamos coherentes

Una vez establecido cuál es nuestro público objetivo, así como cuáles son los valores que siempre soñamos transmitir con nuestra marca, es el momento de lanzarnos al diseño.

Aquí, la cuestión está en ser coherentes con lo anteriormente descrito. ¿Cómo se convierten en un logo, por ejemplo, mis valores? Los expertos en branding e identidad visual sabrán responderte a esta pregunta; nosotros te damos una pista: las formas, colores o tipografías expresan mucho más de lo que creemos.

Empecemos por el color

El color es, quizás, el elemento que más connotaciones tiene y que más va a influir sobre el mensaje de nuestra compañía e, igualmente, el que más peso va a tener sobre la sensación que va a dejar nuestra identidad visual.

Identidad visual: uso del color

Fuente: fuegoymana.com

 

Muchos diseñadores, durante el proceso de creación, suelen emplear distintos fondos y colores para hacer test A/B y ver qué suscita cada uno en los miembros de la empresa, con el objetivo de decantarse por uno u otro finalmente.

El color, desde hace años, es considerado como una ciencia; depende de su tono generaremos unas emociones u otras en los clientes. Además, es clave para diferenciarnos con respecto a la competencia. Por ejemplo, el azul, color corpotativo por excelencia, expresa seriedad y confianza. El rojo, utilizado por gigantes como Coca-Cola o Ferrari, pasión y agresividad. Nosotros tendremos que encontrar nuestro sitio.

¡Qué importante es la tipografía!

La tipografía es parte fundamental de la estrategia de branding que estemos llevando a cabo. Nuestra identidad visual depende de ella tanto como depende del color. De nuevo, en la tipografía, tenemos una ciencia en sí misma.

Dependiendo de la tipografía expresaremos elegancia, vanguardismo, racionalidad, versatilidad o accesibilidad. Volvamos al principio: ¿qué queremos expresar con nuestra identidad visual?

Adaptables

Todos los elementos gráficos que conformen nuestra identidad visual tienen que ser adaptables: y no nos referimos sólo a que sean responsive –que se adecúen a distintos tipos de pantallas-, sino que funcionen también fuera del mundo digital. Que se asocien y combinen con nuestros materiales editoriales –tarjetas, carteles- u otros productos físicos –cartas de platos, por ejemplo, si somos un restaurante-.