Historia del fanzine: hacia la libertad a través de la autoedición

No había énfasis en la encuadernación o el gramaje, pero sí pasión y calidad en sus textos. Los fanzine sirvieron, a comienzos de la década de los 30, como vehículo de comunicación para seguidores de distintos ámbitos y comunidades: desde la música hasta los comics. En un formato amateur, muchos hechos a mano -todos con aire artesanal-, abordaban artículos que no tenían cabida en las publicaciones más profesionales. Ahí estaba su fortaleza: eran autoeditados, no padecían las cadenas editoriales de los grandes medios; no estaban obligados a proporcionar una rentabilidad económica.

Nacían -y lo siguen haciendo- en el seno de comunidades de seguidores de determinadas culturas. Y como el verdadero fan de algo muchas veces es el mejor especialista sobre ese tema, sus textos sólo eran amateur en apariencia. No tardaron en triunfar entre los distintos fandom; muchos hablan del fanzine ‘Comet’, sobre ciencia ficción, publicado en 1930, como el primer fanzine de la historia. Historia del fanzine: 'The Comet'

 

Nacimiento del fanzine

La denominación fanzine -auspiciada por Russ Chauvenet- llega de juntar en una las palabras ‘fan magazine’. Estas publicaciones no tardaron en convertirse en algunas de las principales herramientas de comunicación de de ciertas revoluciones culturales. El pueblo tenía un nuevo medio de comunicación libre, independiente y, ahora sí, a su servicio.

Más allá de su naturaleza independiente, al servicio de la comunidad, los fanzines también fueron un escaparate de talento; llegaron a ser el vehículo narrativo de varias generaciones de autores norteamericanos underground del mundo del comic. De esta forma, estas publicaciones comenzaron a ejercer, cada vez con más frecuencia, como la plataforma de lanzamiento al mundillo profesional de escritores, dibujantes y creadores en general.

A la ya citada The Comet le siguieron Time Traveler o Science Fiction, también de ciencia ficción y ambas editadas por los que posteriormente se hicieron famosos por diseñar al superhéroe Superman: Jerome Siegel y Joe Shuster.

‘Zines’ en la cultura punk

Lejos de la ciencia ficción, ya en los setenta, la cultura punk se convertiría en una nueva impulsora del fanzine. O el fanzine de la cultura punk. Las revistas hechas a mano se multiplicaban: páginas enteras con fotos y textos sobre la escena de un género irreverente y libre desde su origen.

 

 

Los fanzine punk contenían reseñas, editoriales y entrevistas a las figuras destacadas del género. Se grapaban y se distribuían a tiendas, se enviaban por correo o se intercambiaban. Dicen los expertos en el tema que el encanto de los fanzines punk estaba, precisamente, en los errores de diseño, lo amateur de estos o las faltas de ortografía. Era en esta suerte de anarquía editorial el punto en el que ambas culturas, la del fanzine y la del punk, convergían.

Por eso, cuando llegó la autoedición, el fotocopiado, muchos denunciaron que este tipo de revistas perdieron su ‘sabor original’. Los fanzines, en términos de impresión, tenían una serie de características: por lo general, eran en blanco y negro y, a veces, con la portada a color.

El fanzine en España

El fanzine en España tuvo su origen, según la documentación disponible, en 1976, cuando se editó CUTO, de Luis Gasca. Era un fanzine dedicado al comic que ejerció como precursor de muchos que vendrían después; quizás el más influyente de todos sus sucesotes fue el Rrollo Enmascarado, convertido hoy en una referencia del cómic underground.

Hoy, los fanzines han multiplicado su calidad a todos los niveles, haciendo la línea que los separa de las revistas profesionales mucho más delgadas. Sus diseños, textos e impresión están a años de luz de los que veíamos en los 70 y 80. Tal y como leemos en este artículo de eldiario.es, del que rescatamos la fotografía que publicamos a continuación, algunos hablan de esta época como una ‘época de oro’ para el fanzine.

«Cada cierto tiempo se ve un resurgimiento del fanzine y ahora lo estamos viviendo. Lo que se ha cambiado son algunas cosas: antes eran más colectivos y ahora son más individuales. Antes funcionaba más el tipo cajón de sastre donde entra de todo y no hay un tema claro. Hoy eso no es así, están hiperespecializados», afirma Mon Magán, editor del metafanzine -un fanzine que trata sobre la propia autoedición- Pez.